DOS FOTOCOPIAS DE LOS LAKERS: GANAN A LOS PELICANS Y VAN CONTRA LOS NUGGETS

Dos días habían pasado de un partido a otro. Los Lakers mandaron a los Pelicans a la séptima posición el pasado domingo y, consecuentemente, a vérselas de nuevo con ellos para ganar el billete que se ponía en juego entre ambos este martes por la noche. Pero qué partidos tan diferentes. Esto fue otra historia. La paliza que se llevaron los de Luisiana el fin de semana contrastó con la remontada que firmaron para hacer sudar la gota gorda a Los Ángeles en este segundo encontronazo.

Abriendo el play-in esta temporada los de Ham se hicieron con un triunfo labrado en 48 minutos y teniendo que ser rubricado en los últimos segundos. Cerca estuvieron los Pels de dar la sorpresa a pesar de que ellos eran los favoritos en base a la clasificación. Estuvieron 18 abajo, remontaron y cayeron 106-110.

Con una imagen absolutamente distinta de una parte a otra los Pelicans hicieron realmente interesante el final del encuentro en el Smoothie King Center, vibrando minutos después de ver casi perdida la pelea. Zion Williamson fue el que les hizo creer y varios suplentes como Alvarado o Murphy se hicieron un hueco, aunque el que decidió fue un Davis en la tónica de su rival, que le conocen bien de su etapa como jugador allí: poco impacto global, decisivo en los momentos de definición.

Los Lakers ya lo pasaron mal en el play-in del año pasado, donde llegaron a la prórroga con los Timberwolves, y también repitieron, como el ajo, en esta ocasión.

Los Lakers son séptimos tras este play-in y sacan otra fotocopia de la temporada pasada, con los Nuggets como rivales y con ganas de vengar aquella eliminación.

Zion vivió el mejor partido de su vida, que paradójicamente no va a contar en ninguna estadística por la apariencia fantasma de estos cruces a nivel histórico, y se fue con el sabor más amargo. Quién sabe si se fue del todo. Porque aportó cuarenta puntos a la causa y a tres minutos del cierre se fue a vestuarios maldiciendo y sin dar cumplidas explicaciones. Había notado algo en su cuerpo, que ya sabemos que es especial. Willie Green admitió después que el jugador notó una molestia en la pierna izquierda y prefirió retirarse. Fue el que más ahínco le puso, ganando duelos constantemente a James y Davis, y fue el que terminó con más rabia. Porque a los Pelicans les queda otra opción el viernes y ya se duda sobre si estará o no.

El partido empezó con un ritmo frenético y así los locales pretendían cambiar todo lo que hicieron mal dos días antes. Pero no les duró mucho. Se empezó a parecer a los dos enfrentamientos importantes que han tenido esta temporada: el mencionado antes y las semifinales de la Copa en las que los Pelicans perdieron por 44. Por dentro Green se cansó pronto de lo que lastraba la presencia de Valanciunas. Por fuera Russell ampliaba la racha de acierto que tantas varias está aportando al juego de los Lakers. Con ésas se fue estirando la cuerda, que los de Luisiana tenían más probabilidades de romper.

Pero entró en juego un Zion Williamson transformado. El de las grandes ocasiones aunque todavía no haya tenido muchas en la NBA. Los Lakers le empezaron flotando tiros y terminaron por tenerle miedo a cada paso que daba. Tenía el toque que le permitía sacar puntos de sus clásicos penetraciones en aclarado contra otro interior. El reto que le lanzó a LeBron fue mayúsculo y se podría decir que lo ganó, al menos individualmente. Sus 20 puntos en la primera mitad fueron el único asidero al que agarrarse en un segundo cuarto en el que su equipo recibió un 2-17 de parcial. Porque de nuevo entraban triples de secundarios como Prince o Vincent y los principales estaban en su sitio.

El inicio del tercer periodo tampoco hacía presagiar algo especial. Pero sería avanzar un pequeño tramo y encontrarnos ante otro partido totalmente distinto. El del arrebato. A eso habían salido los Pelicans, a revolucionar, y la estrategia no les funcionó hasta esa segunda mitad. Dos seguidas de Zion en el minuto 30 dieron pie a la locura que protagonizaron varios suplentes: una asistencia preciosa de Nance a Alvarado para un triple levantó al pabellón y dio pie a que más actores entraran en escena, como el polifacético Murphy o un hasta ahí apagado Jones. Los Pelicans se habían metido de lleno.

Achicaron lo que pudieron los Lakers, pero era un festival local en esos momentos. Punto a punto. Zion llegó a los 40 (con 17/27 en tiros), brincando y machacando como ninguno, y con un alley-oop empató la contienda. Apoteosis en el final.

Y estando todo en los detalles, uno pudo con todos: Williamson se retiró a vestuarios a falta de 3:13 para acabar. Se teme que haya una rotura en los isquiotibiales. Se llevaba la mano a la pierna izquierda mientras embocaba el túnel de vestuarios hecho una furia. De nuevo su cuerpo le había jugado una mala pasada. Tras ello resistieron un poco más los Pelicans, lo cual fue verdaderamente meritorio, aunque el resultado parecía decantado. Sólo había que hacerlo efectivo. El destino llevó a Anthony Davis a que fuera él el encargado de sentenciar la contienda, el jugador que reflotó la franquicia en Nueva Orleans hace una década y en cuyo estadio no sintió el calor de sus ex. En una noche en la que no influyó de manera decisiva en el juego ofensivo sus 20 puntos y 15 rebotes terminaron siendo cruciales.

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