EL PRESIDENTE NO PONE SUCESOR

La sucesión presidencial no es una decisión personal del gobernante en turno. Existen múltiples factores que determinan quién será el candidato con posibilidades reales de convertirse en próximo presidente del país. Quienes consideran que AMLO pondrá como su sucesor a quien esté más cercano a sus afectos, sencillamente se equivocan. La historia muestra que esto no ocurre. 

El propio López Obrador se encargó de recordarlo en su discurso del 18 de marzo. Ahí expuso que el Lázaro Cárdenas consideró que solo Francisco J. garantizaba la continuidad de su proyecto de gobierno. Sin embargo, se vio obligado a respaldar la candidatura de Manuel Ávila Camacho. Uno representó el afecto, el otro la conveniencia política.

Pero ¿Qué tipo de factores influyen en una decisión tan importante? Es claro que la simpatía política o afinidad personal no son elementos decisivos. El gobernante debe tomar en cuenta a inversionistas nacionales e internacionales, al sistema financiero, a grupos fácticos, iglesias y sindicatos, a Estados Unidos y otros países. También las necesidades nacionales y así la estabilidad del sistema político.

El gobernante no tiene libertad personal para definir a su sucesor. El presidente Enrique Peña Nieto quería que le sucedieran Luis Videgaray o Aurelio Nuño, pero tuvo que aceptar a Antonio Meade. El presidente Felipe Calderón nunca ocultó su preferencia por Ernesto Cordero o Margarita Zavala, pero fue necesario respaldar a Josefina Vázquez Mota.

El presidente Vicente Fox trabajó bastante para que Santiago Creel pudiera sucederle en el cargo. Incluso, también promovió a Martha Sahagún, pero le impusieron a Felipe Calderón. El presidente Ernesto Zedillo nunca pudo sacar adelante a Herminio Blanco ni a Carlos Jarque. La realidad política le exigió aceptar la candidatura de Francisco Labastida. 

El presidente Carlos Salinas tenía tres sucesores de su preferencia: Luis Donaldo Colosio, Manuel Camacho y Pedro Aspe. Hizo candidato a Colosio, pero fue asesinado en plena campaña. Camacho y Aspe le fueron bloqueados, para apoyar a Ernesto Zedillo. El presidente Miguel de la Madrid hubiera preferido a Pedro Ojeda Paullada o Sergio García Ramírez, pero le impusieron a Carlos Salinas. 

El presidente José López Portillo quería como sucesor a Andrés de Oteyza, Jorge de la Vega Domínguez o Javier García Paniagua. Se tuvo que conformar con Miguel de la Madrid. El presidente Luis Echeverría maniobró para que su relevo fuera Mario Moya Palencia o Augusto Gómez Villanueva. Pero de la nada saltó como candidato José López Portillo. 

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha dado a entender que Claudia Sheinbaum o Adán Augusto López son quienes aseguran la vigencia de su proyecto de transformación nacional. Pero queda la duda de si, al nombrarlos, los empodera políticamente o los está descartando. La historia dice que ningún presidente pone al sucesor de su preferencia.  

Te recomendamos leer: 

2023-03-31T13:39:55Z dg43tfdfdgfd