LOUIS MOUNTBATTEN Y SU PAPEL EN LA SALIDA DE INGLATERRA DE LA INDIA

Su Alteza Serenísima el príncipe Louis de Battenberg, futuro lord Mountbatten, nació el 25 de junio de 1900 en Frogmore House, mansión en los terrenos del parque del castillo de Windsor, la residencia de su bisabuela, Victoria de Inglaterra. Su padre era el príncipe Louis de Battenberg, y su madre, la princesa Victoria de Hesse, nieta favorita de la reina.

Esta recibió con entusiasmo el nacimiento del que sería el último de sus bisnietos en vida. Nadie podía imaginar en aquel lejano 1900 que había nacido el último virrey de la India. Él iba a ser el encargado de abordar una salida negociada a la joya de la Corona británica.

Mountbatten tuvo una carrera prodigiosa, repleta de éxitos y momentos intensos. Político, diplomático, oficial de la Marina británica, incluso héroe de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, su figura parecía la más indicada para la grave crisis que iba a vivir Gran Bretaña en su colonia. En 1947, el gobierno laborista de Clement Attlee le encargó dirigir la retirada británica de la India. Lo consideraban la persona adecuada por su experiencia en Asia, sus conexiones con la familia real, sus conocimientos militares y sus dotes diplomáticas.

A Mountbatten la idea no le gustó en absoluto: sentía un gran respeto por el entonces virrey, lord Wavell, y deseaba continuar con su carrera naval. Además, ¿cómo iba el bisnieto de la reina Victoria a responsabilizarse de la independencia de “la joya de la Corona”? Pero aquella era una oferta que no podía rechazar. Incluso el rey Jorge VI le instó a aceptarla: “Si triunfas, será algo muy bueno para la familia”, le dijo.

En una época en la que, especialmente entre caballeros, el sentido del deber y el servicio al país eran fundamentales, no pudo sino ceder. Así, en marzo de 1947, los Mountbatten, acompañados de su hija Pamela, partieron hacia Delhi. El nuevo virrey, que tenía poderes plenipotenciarios, disponía de catorce meses para llevar a cabo el delicado proceso de emancipación de un territorio que había sido la más célebre colonia británica durante casi dos siglos.

Tensión en la India

La etapa de los Mountbatten en la India fue frenética. El país vivía una situación muy tensa. La gobernanza inglesa, cada vez más debilitada, había encontrado su talón de Aquiles en el movimiento de resistencia pacífica de Gandhi. Además, el partido Liga Musulmana había empezado a barajar la exigencia de un estado propio ya en los años treinta. 

Los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial y las dificultades financieras de Gran Bretaña tras la conflagración, que ya no podía mantener un ejército en la India, precipitaron los pasos hacia la independencia, apoyada por el gabinete de Attlee.

El estallido de nuevas y sangrientas revueltas interreligiosas convencieron a Mountbatten de que la unidad india era un espejismo

El nuevo virrey estableció pronto buenas relaciones con los líderes del país, en especial con el hindú Jawaharlal Nehru, cabeza del poderoso Partido del Congreso. Edwina, su esposa, también forjó una estrecha relación con el político, motivo de muchas especulaciones. El matrimonio entabló asimismo amistad con Gandhi, que tenía escaso peso político por entonces, pero que seguía siendo reverenciado.

La conexión no fue tan fluida con el líder de la Liga Musulmana, Mohammad Ali Jinnah. Pese a desplegar sus conocidos encantos y su saber hacer, Mountbatten fue incapaz de persuadirle de los beneficios de una India independiente pero unida. “¡Dios, qué frío es Jinnah!”, exclamó el virrey tras uno de sus encuentros. La actitud del dirigente de la Liga Musulmana y el estallido de nuevas y sangrientas revueltas interreligiosas convencieron a Mountbatten de que la unidad india era un espejismo.

También de que se debía proceder con rapidez: “El gobierno estaba perdiendo el control. Decidí que teníamos que irnos no en catorce, sino en cinco meses”, explicaría en su autobiografía. Todos los líderes, incluidos la mayoría de los marajás, rajás y kanes, aceptaron su propuesta. Solo Gandhi se mantuvo firme en su rechazo de la partición del país en función de las religiones hindú e islámica. El acuerdo se ejecutó entre el 14 y el 15 de agosto, cuando la gran colonia británica se convirtió en dos nuevos estados: India y Pakistán.

Quienes lo trataron destacan que Mountbatten fue un hombre con una personalidad decidida, y, sin duda, la de acelerar la independencia y aceptar la partición fue la decisión más importante que tomó en su vida. Su plan fue muy criticado por su otrora protector Winston Churchill, quien lo calificó de huida hacia delante.

Lee también

India en la Segunda Guerra Mundial, un sacrificio olvidado

Iván Giménez Chueca

Muchos historiadores consideran aquellas prisas un factor importante en el caos y el horror que acompañaron a la partición, que implicó más de doce millones de desplazados. “Nadie ha calculado el número exacto de personas que fueron asesinadas, quemadas, macheteadas, golpeadas y torturadas hasta morir. Quizá un millón, quizá dos millones, murieron en los meses después de la partición”, señaló el historiador Richard Hough.

Estaba todavía en India como gobernador general interino cuando tuvo lugar el asesinato de Gandhi

Mountbatten permaneció en el subcontinente como gobernador general interino hasta mediados de 1948. En tal cargo fue testigo de otro trágico acontecimiento: el asesinato de Gandhi. Hough relata cómo, al enterarse de la noticia, se desplazó rápidamente a casa del Mahatma en “completo estado de shock”. Sin embargo, tuvo reflejos para reaccionar cuando alguien entre la multitud gritó que el asesino había sido un musulmán.

Mountbatten respondió de inmediato que había sido un hindú. “No tenía ni idea, naturalmente. ¿Cómo iba a saberlo?”, recordaría. “Pero si hubiese sido un musulmán, la guerra civil habría sido inevitable y la carnicería, terrible. Por suerte, tuve razón. Fue un fanático hindú”.

Retiro dinámico

Por sus servicios en Asia, Mountbatten recibió, entre otros, el título de vizconde de Birmania. Pero el honor más preciado le llegó en 1954, cuando fue ascendido, como su padre, a primer lord del Almirantazgo. Dos años después fue nombrado almirante de la Flota, el grado más alto en la Royal Navy. En 1965, con el uniforme atiborrado de condecoraciones, se retiró.

Su jubilación, sin embargo, distó de ser tranquila: desempeñó con su energía habitual todo tipo de actividades. También disfrutó mucho de su familia. Junto a sus hijas y nietos pasaba los veranos en el castillo de Classiebawn, en la frontera con Irlanda del Norte.

Allí, la mañana del 27 de agosto de 1979, salió a pescar en su pequeño barco con algunos familiares. Poco después de zarpar, el IRA hizo detonar una bomba colocada en la embarcación. Mountbatten murió poco antes de llegar a la orilla. También fallecieron su nieto Nicholas, un joven local y su consuegra, lady Brabourne.

El asesinato causó conmoción. El funeral tuvo lugar en la abadía de Westminster, y asistieron, además de los Windsor al completo, miembros de todas las casas reales europeas y una nutrida representación militar. Miles de personas se agolparon para despedir a Mountbatten en la capital británica. 

Lee también

Isabel II de Inglaterra y la caída del mayor imperio del mundo

Eva Millet

Amante de los detalles, él mismo había planeado su funeral, con la esperanza de que los asistentes disfrutaran del fausto y boato que tanto le gustaban... Sin embargo, como observó un comentarista de la BBC, la tragedia que rodeó su muerte convirtió su despedida en una ocasión más triste de lo que él había previsto.

Este texto se basa en un artículo publicado en el número 556 de la revista Historia y Vida. ¿Tienes algo que aportar? Escríbenos a [email protected].

Este artículo se publicó en La Vanguardia el 23 de octubre de 2019

2024-03-28T12:28:57Z dg43tfdfdgfd